Camerun 2016 - La sensualidad de los Dupá de las montañas
Aquella tarde fuimos recibidas por el segundo jefe, también curandero, que hizo sonar su cuerno para dar a conocer a las aldeas de alrededor que habíamos llegado. Las mujeres nos recibieron con un potaje amarillento, mezcla de agua, mijo y tamarindo, con agradable sabor dulzón, que aceptamos sin remilgos.
Los Dupá viven en los pequeños montes que rodean al gran Monte Nyinga; esquivando a los misioneros, conservando sus costumbres y rituales, acercándose muy poco a las ciudades y dedicándose al cultivo del mijo y a la cacería.
Aunque los niños van al colegio obligados por el jefe de la aldea, suelen abandonarlo poco tiempo después, bien por sentirse marginados, o porque a partir de los 10 años tienen que pagar por la educación, o por desempeñar un rol más útil en su comunidad.
Debido al uranio procedente de las montañas algunas mujeres tienen inconvenientes para quedar embarazadas, por eso muchas llevan en sus espaldas, durante largos períodos, fetiches para propiciar la fecundación.
Los hombres desde muy pequeños pasan por distintos y muy complejos rituales de iniciación que guían su camino hacia la madurez, algunos conviven con dos mujeres simultáneamente... y resulta curioso ver su pene protegido por una calabaza.
Al anochecer llegó el jefe de la tribu, un personaje de unos 50 años muy bajito y muy agradable. A pesar de su corta estatura se imponía, por la elegancia de sus modales, la amplitud de su sonrisa y porque era el único hombre que estaba cubierto totalmente en la aldea. Venía de Poli, donde había acudido para discutir sobre asuntos locales.
Después de beber algunas calabazas llenas de "bil-bil", la cerveza de mijo, hombres y mujeres comenzaron a danzar en grupo con pasos lentos que luego se convirtieron en movimientos muy sensuales. Se olvidaron de nosotras y se entregaron a una alegría muy íntima, tranquila, al compás de sus cantos. Nosotras nos dirigimos discretamente a nuestras tiendas y ellos prolongaron su fiesta, para nada ruidosa. Podría decir, que sus voces de fondo ayudaban a conciliar el sueño.
Al día siguiente procedimos a la entrega de regalos. Nuestro guía Abdul había llevado jabones, cerillas y un saco enorme de sal para contribuir a mejorar el problemade tiroides que padecen. El segundo jefe procedió a un reparto meticuloso y equitativo entre las familias, entregándole a las mujeres la parte que a cada una le correspondía. Después de cumplir con su tarea, pasó a mostrarnos algunos de sus fetiches, sus graneros y a contarnos algo de sus costumbres y sus supersticiones.
Llegado el mediodía nos despedimos. Nosotras lo hicimos agitando las manos y ellos, con unos cantos muy suaves y sensuales como los de la noche anterior.
Read MoreLos Dupá viven en los pequeños montes que rodean al gran Monte Nyinga; esquivando a los misioneros, conservando sus costumbres y rituales, acercándose muy poco a las ciudades y dedicándose al cultivo del mijo y a la cacería.
Aunque los niños van al colegio obligados por el jefe de la aldea, suelen abandonarlo poco tiempo después, bien por sentirse marginados, o porque a partir de los 10 años tienen que pagar por la educación, o por desempeñar un rol más útil en su comunidad.
Debido al uranio procedente de las montañas algunas mujeres tienen inconvenientes para quedar embarazadas, por eso muchas llevan en sus espaldas, durante largos períodos, fetiches para propiciar la fecundación.
Los hombres desde muy pequeños pasan por distintos y muy complejos rituales de iniciación que guían su camino hacia la madurez, algunos conviven con dos mujeres simultáneamente... y resulta curioso ver su pene protegido por una calabaza.
Al anochecer llegó el jefe de la tribu, un personaje de unos 50 años muy bajito y muy agradable. A pesar de su corta estatura se imponía, por la elegancia de sus modales, la amplitud de su sonrisa y porque era el único hombre que estaba cubierto totalmente en la aldea. Venía de Poli, donde había acudido para discutir sobre asuntos locales.
Después de beber algunas calabazas llenas de "bil-bil", la cerveza de mijo, hombres y mujeres comenzaron a danzar en grupo con pasos lentos que luego se convirtieron en movimientos muy sensuales. Se olvidaron de nosotras y se entregaron a una alegría muy íntima, tranquila, al compás de sus cantos. Nosotras nos dirigimos discretamente a nuestras tiendas y ellos prolongaron su fiesta, para nada ruidosa. Podría decir, que sus voces de fondo ayudaban a conciliar el sueño.
Al día siguiente procedimos a la entrega de regalos. Nuestro guía Abdul había llevado jabones, cerillas y un saco enorme de sal para contribuir a mejorar el problemade tiroides que padecen. El segundo jefe procedió a un reparto meticuloso y equitativo entre las familias, entregándole a las mujeres la parte que a cada una le correspondía. Después de cumplir con su tarea, pasó a mostrarnos algunos de sus fetiches, sus graneros y a contarnos algo de sus costumbres y sus supersticiones.
Llegado el mediodía nos despedimos. Nosotras lo hicimos agitando las manos y ellos, con unos cantos muy suaves y sensuales como los de la noche anterior.