Compartiendo "bil-bil" con los Dowayos - Camerun 2016
Los Dowayos, esa tribu que describe de modo tan ameno, Nigel Barley en su libro “El antropólogo inocente”, tiene un particular sistema de castas. El primer peldaño está ocupado por los hechiceros que alcanzan a establecer, a través de complejos rituales, lazos muy fuertes con los elementos naturales de los que depende su subsistencia.
Cuando dan por finalizada la temporada de las cosechas, realizan con frecuencia, fiestas que amenizan con abundante “bil-bil”(cerveza de mijo fermentada). Hemos tenido la suerte de compartir una de estas celebraciones con ellos.
El jefe de la tribu nos obsequió un par de gallinas, que decidimos compartirlas en la cena una vez cocinadas. Las mujeres inmediatamente nos integraron a su grupo. Pasaban las horas y nuestros ojos no daban crédito a la cantidad de calabazas rebosantes de cerveza, que debíamos compartir bajo una estupenda luna llena que nos permitía contemplar sus movimientos, mientras, de fondo, nos acompañaba una suave música de tambores.
Al día siguiente, visitamos al herrero. El hombre vive separado de la aldea principal ya que se lo consideraba hasta no hace mucho tiempo, la casta más baja por ser generalmente representante de malos augurios ya que su existencia estaba condenada a la fabricación de armas para la defensa de la aldea. Mantienen la antigua costumbre de que siempre un herrero debe tomar por esposa a una alfarera.
El jefe preparó una danza con rituales de agradecimientos. Bailaron alrededor del hechicero que llevaba aros y cadenas en sus pies, y portaba en sus espaldas una piel de animal atada a enormes cuernos. Luego nos despidieron, acompañándonos hasta el sendero principal con bailes y cantos como podéis ver en el video. Espero que no pase mucho tiempo antes de volver a visitarles. Ésta ha sido una de las estadías más entrañables que guardo en mis recuerdos.
Read MoreCuando dan por finalizada la temporada de las cosechas, realizan con frecuencia, fiestas que amenizan con abundante “bil-bil”(cerveza de mijo fermentada). Hemos tenido la suerte de compartir una de estas celebraciones con ellos.
El jefe de la tribu nos obsequió un par de gallinas, que decidimos compartirlas en la cena una vez cocinadas. Las mujeres inmediatamente nos integraron a su grupo. Pasaban las horas y nuestros ojos no daban crédito a la cantidad de calabazas rebosantes de cerveza, que debíamos compartir bajo una estupenda luna llena que nos permitía contemplar sus movimientos, mientras, de fondo, nos acompañaba una suave música de tambores.
Al día siguiente, visitamos al herrero. El hombre vive separado de la aldea principal ya que se lo consideraba hasta no hace mucho tiempo, la casta más baja por ser generalmente representante de malos augurios ya que su existencia estaba condenada a la fabricación de armas para la defensa de la aldea. Mantienen la antigua costumbre de que siempre un herrero debe tomar por esposa a una alfarera.
El jefe preparó una danza con rituales de agradecimientos. Bailaron alrededor del hechicero que llevaba aros y cadenas en sus pies, y portaba en sus espaldas una piel de animal atada a enormes cuernos. Luego nos despidieron, acompañándonos hasta el sendero principal con bailes y cantos como podéis ver en el video. Espero que no pase mucho tiempo antes de volver a visitarles. Ésta ha sido una de las estadías más entrañables que guardo en mis recuerdos.